Pisar Alemania por primera vez fue un momento muy especial. Hace cinco años ni siquiera habría imaginado que estaría ahí. Mi primera impresión fue que hacía mucho menos frío de lo que pensaba: el día estaba soleado y había poco viento. Conocer nuevos lugares es una de las partes más gratificantes de mi trabajo, y esta vez dos buenos amigos, Hugo y Dörte, me llevaron hasta esas latitudes. Como si fuera poco, también me presentaron a una pareja increíble, Sina y Fabian. Aunque no hablo alemán, la comunicación fue fluida: Sina y Fabian hablan inglés, así que, con un obstáculo menos, la Engagement session fue sobre ruedas. El escenario fue el aeropuerto de Braunschweig. El espacio abierto era una gran ventaja, el día estaba hermoso y la luz era inmejorable. Al comenzar a documentar, me di cuenta de lo impresionante que es encontrar a una pareja tan compenetrada como Sina y Fabian y cómo uno va descubriendo la historia a través de cada encuadre. Aquella vez me marché de Alemania con ganas ya de comenzar a seleccionar las fotos. También con la promesa de documentar su boda, y tiempo después así fue. Al volver para la ceremonia civil, en Wolfenbüttel, me encontré con un hermoso paisaje nevado que hubiera sido imperdonable no aprovechar, así que nos dimos un momento con la nieve y pronto los resultados nos entusiasmaron. Después del frío de afuera, el calor de la boda fue reconfortante: Sina y Fabian, rodeados de familia y amigos en una ceremonia muy íntima, se veían radiantes. Después de una copa de champaña el frío no se sentía tanto, así que seguimos la celebración con una costumbre muy bonita: los novios ponen un candado en los barrotes de un puente y luego lanzan la llave al río, como una muestra de compromiso. Y entonces, la boda religiosa. Una de las emociones más fuertes es percibir el entusiasmo y los nervios al prepararse para la ceremonia. Empezando por los novios y siguiendo con la familia, vi por todos lados sonrisas de complicidad, abrazos fuertes y apretones de manos. Es un privilegio poder documentar desde fuera tantas emociones: la gente te permite entrar en los días más felices de su vida. Nos esperaba la iglesia de Kissenbrück y en ella muchos buenos deseos (y así cualquier día frío se vuelve cálido). La boda de Sina y Fabian es una de las más íntimas en las que he estado, a pesar del tamaño del lugar: el castillo de Wolfenbüttel, un lugar que no puedo definir más que como majestuoso. Después de unos minutos a solas con los novios, en los que aprovechamos el gran escenario, era hora de celebrar: el primer baile, entre las luces violetas fue el presagio de la fiesta y los fuegos artificiales que avivaron todavía más el ánimo. No puedo evitar pensar que, a pesar de las distancias y los distintos países, emociones como la alegría, la anticipación, el nerviosismo y la felicidad son el tono de los mejores días, los que nos definen. Y eso es lo que sin importar el lugar, nos hace humanos.
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